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El insólito poder de las expectativas

  • Foto del escritor: Yelena Smarkutska
    Yelena Smarkutska
  • 2 jun 2020
  • 2 Min. de lectura

Cuantas veces habéis oído que para no llevarse decepciones hay que tener las expectativas bajas o no tenerlas por completo. Es curioso como a pesar de repetírnoslo como un mantra no podemos evitar ilusionarnos.

En el proceso de elaboración de mi último trabajo descubrí un sesgo cognitivo psicológico llamado efecto Pigmalión o profecía autocumplida. Se trata de un fenómeno por el cual las expectativas que posee un individuo influyen directamente en el rendimiento y los resultados de otro y en el caso de influir en uno mismo se denomina efecto Galatea. El término fue desarrollado y estudiado en 1965 por Robert Rosenthal, un psicólogo social estadounidense mediante unos experimentos realizados sobre todo en el ámbito educativo. Hoy en día este fenómeno se da en cualquier escenario social. Al crearse altas expectativas en relación con los procesos laborales, académicos e incluso relaciones personales aquellas actúan a favor del esfuerzo y productividad para cumplirse. De este modo se confirma que son unas técnicas positivas a las que podríamos sacar mucho provecho. Sin embargo, hablamos de un arma de doble filo ya que las expectativas se manipulan al pasarlas por un filtro personal. No es ningún secreto que muchos tenemos frustraciones, sueños no realizados e incluso miedos sobre las cosas cotidianas que deseamos corregir en las personas de nuestro entorno. Un ejemplo claro son las elecciones de futura profesión a las que los padres someten a sus hijos, pensando en “lo mejor” para ellos pero muchas veces con el intento fallido del pasado por su parte. Sometiendo a la otra persona o a uno mismo a esa presión, los reproches, la falsa perfección conseguimos un efecto negativo y perjudicial en las conductas y toma de decisiones. Para evitarlo se requiere mucha práctica en autoexploración, autoconocimiento y autocontrol emocional que permiten descubrir las expectativas reales y alcanzables y proporcionar una motivación adecuada. Existen infinitas técnicas para analizar la realidad, cambiar el modo de expresarse, aprender el respeto para no imponer creencias propias y por lo siguiente mejorar la autoestima de uno mismo y de las personas que nos importan.

Cabe mencionar que la angustia y la presión provocados por las expectativas altas van de la mano de otro fenómeno llamado paradoja de la elección que hace referencia al estrés y la desmotivación que se producen cuando nos enfrentamos a la toma de decisiones entre un gran número de posibles opciones. Se ha demostrado que nuestra capacidad cognitiva es muy limitada cuando se trata de una elección entre variadas alternativas lo que conlleva que un elevado número de expectativas o metas puede conducir a un estado de insatisfacción crónica y posteriormente ansiedad y depresión. En el ámbito de la psicología cognitiva existen una serie de pasos diseñados por el psicólogo americano Barry Schwartz (2014) para una buena toma de decisiones que definitivamente pueden ser aplicados a la hora de proyectar vuestras expectativas, escoger una trayectoria laboral o un meta vital, son 6: establecer objetivos, evaluar su importancia, organizar las opciones, analizar la probabilidad de satisfacción de los objetivos, elegir la mejor opción, modificar los objetivos. Ante todo, que no os de miedo a fallar, el fracaso es una parte natural e imprescindible en el proceso de aprendizaje. No os quedéis a medio camino por no tener expectativas, las profecías están para autocumplirse, ¿verdad?


 
 
 

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